martes, 3 de diciembre de 2013

20. Defendiendo causas perdidas... otro post largo...

En estos días me he sentido muuuuy cansada... "como que me falta energía", le contaba a la Profe D. y ella me responde: "Tienes que ir a un gillatún". Chancho en misa, pensé en ese momento... y me detuve a escucharla. Resulta que la señora había viajado el fin de semana a Temuco invitada por una comunidad Mapuche para conocer su trabajo y resultó que de pronto se vio en una rogativa y bailando por más de 6 horas junto a unas 200 personas... Me relataba la vivencia como una especie de "trance" en la que verbalmente compartió poco, pero que, corporalmente, le significó intercambiar fluidos de diverso tipo (un mismo cuenco para los bebestibles, roces, pisadas, etc.) Y frente a esta historia, obviamente que me acordé de los temascales y otras experiencias -mediadas por alucinógenos- que me han narrado algunos amigos y amigas. Lo común: la sensación de "contacto" con sigo mismos/as, con la nada y con el todo, una posibilidad de crecimiento y, sobre todo, la toma de conciencia respecto de las barreras auto-impuestas. 

Pues bien. Cerrando un día repleto de historias de injusticias, terminé sentada en un sucucho peruano, tomando un pisco sour, escuchando rock andino de los 80' y "profundizando" en reflexiones íntimas con mi pololo. Intentando conciliar algunas de nuestras diferencias, pero fundamentalmente, tratando de aceptarnos y querernos igual, pese a lo distintos que somos o nos sentimos, emprendimos la retirada para disponernos a trabajar en nuestras tareas pendientes. Al llegar a la puerta de su casa nos encontramos con el señor de la moto... Artefacto muy ruidoso que nos despierta a horas insospechadas y que nos "revienta" porque, además del infernal ruido que emite por si misma, logra encender las alarmas de los autos que se estacionan en toda la cuadra y se transforma en un verdadero infierno... 

Nos miramos y sin decirnos nada, corrimos a "interrumpir" su partida y por fin lo enfrentamos... Voy a tratar de reproducir resumidamente la conversación: 

Yo: Hola. Disculpa que te molestemos, pero queríamos decirte que es bien penca despertarse a distintas horas con tu moto durante la semana... 
J: la verdad es que hace tiempo que queríamos hablar contigo, pedirte que tal vez pudieras ponerle un silenciador a tu moto por que emite mucho ruido (J, habla muy bien). 
Señor de la moto (muy tatuado, unos 40 y algo años, guapo y que habla de corrido): ¿sabes que esta es una Harley Davison? Para ponerle un silenciador tendría que gastar como 500 lucas y, si las tuviera, creéme que no viviría aquí. Vengo saliendo de una separación y estoy muy mal económicamente. De hecho estoy viviendo con mis padres, pero espero irme pronto. 
Yo: Mira, la verdad es que yo te pido un ejercicio de empatía... ¿sabes que cuándo sales se prenden un montón de alarmas de autos y quedan sonando por mucho rato? ¿te imaginas lo que cuesta hacer dormir un bebé y que este despierte en estas condiciones? 
J: la verdad es que podemos entender lo que nos cuentas, pero te has puesto a pensar que acá se trata de un tema de disposición y convivencia? 
Señor de la moto: Si, lo que me cuentan, ya me lo han dicho otras personas... mira, la verdad es que estas motos hay que calentarlas y yo, en general, trato de partir con lo mínimo para meter el menor ruido posible... yo trabajo de noche; tengo una discoteque e incluso a veces le pido la camioneta a mi padre o tomo un taxi para no meter ruido, pero hay veces que no puedo... 
Yo: Entiendo lo que nos cuentas, pero ¿no crees que sería más solidario pensar que el tema pasa por hacer un esfuerzo y ponerle un silenciador si quieres andar en tu moto? 
Señor de la moto: te insisto que hago lo posible por no molestar, pero no le voy a poner un silenciador.
J: entonces no hay mucho más que hablar... si nosotros nos tomamos el tiempo de conversar contigo es porque de verdad creemos que es posible encontrar alguna solución si todos ponemos de nuestra parte, es como el tema de la contaminación... 
Señor de la moto: entiendo lo que me dicen, pero es lo único que yo puedo hacer.
Yo y J: cara de pregunta... y de que no entendemos nada... ok... 

Entramos al edificio y nos miramos... Yo le dije a J. : "a lo mejor podemos organizar una completada o algo así para ayudarlo a juntar la plata..." Luego de mis palabras... nos dio ataque de risa... 

Ahora que estoy sentada frente al PC, tratando de terminar un paper no he podido dejar de pensar que esta situación ilustra mucho de las sensaciones que he tenido esta semana. Parece que estoy concentrándome demasiado en aportar a solucionar causas perdidas, pensando que con algo de esfuerzo las cosas pueden cambiar y que los insigth sucederán "casi mágicamente" a partir de compartir puntos de vista. No tengo respuestas, ni muchas interpretaciones ajenas a la falta de empatía... solo me pregunto nuevamente si sigue valiendo la pena querer que las cosas cambien... o si es mejor que se desaten las crisis... incluyendo nuestra querida Escuela de Psicología...