viernes, 4 de abril de 2014

29. Hoy es un día memorable.

Es muy de señora esto que voy a decir: Hay fechas que quiero recordar. No soy buena con los nombres ni con las fechas, pero creo que voy a hacer un gran esfuerzo por aprenderme esta fecha, porque es la fecha en la que de verdad comienza el resto de nuestras vidas. Cuatro de abril de dos mil catorce, el día en el que con el Edo dijimos al diablo y nos convertimos en emprendedores. Que sea lo que nosotros queramos, Amén. 

28. Cuando los sueños se cumplen.

Cuando los sueños se cumplen uno no se siente del todo feliz. Se siente feliz, sí, pero también se siente ansiosa, temerosa y en puntos suspensivos. Porque los cumplimientos de deseos no se dan de una vez y para siempre, se dan en un proceso que uno sabe donde parte pero no sabe dónde termina.

martes, 21 de enero de 2014

27.Y que después de algo bueno, viene algo mejor...

Dejando a Sra. W. camino por la plaza y me encuentro con dos Sres. mayores que piden un pucho. Y como tengo ganas, me detengo a conversar... en realidad a escucharlos, porque tienen ganas de enseñar. Me preguntan de mi vida y yo respondo que todo ok... ¿Sabe qué? con todo respeto, ¿le puedo decir unas palabras? Si, claro, les digo y pienso: este es un minuto de gracias diosito... Escucho... Yo con la vida, señorita, con todo respeto... he aprendido que siempre uno piensa que está bien, pero no; siempre viene algo mejor... Ya... les sigo yo... Si poh señorita, uno piensa que la cuestión es buena, pero no. No se lo crea porque uste' en "cuerpo presente" va a pensar que no hay nada más que hacer poh señorita, pero yo le digo, por favor... siempre hay algo mejor... no se conforme señorita... con todo respeto se lo digo... acá el compañero le va a decir lo mismo, porque eso es lo que nos une señorita... porque nosotros sabemos que va a venir algo mejor...


lunes, 13 de enero de 2014

26. Enero que no termina...

Cuando era más joven me encantaba enero, porque era el inicio de las vacaciones. Con el paso de los años se ha convertido en una de los meses donde más tenemos que trabajar: informes finales, correcciones finales, poner notas, reuniones de evaluación y de programación!!! En fin. 

Todavía conservamos el mes de febrero como vacaciones. No obstante, ya me entré a preocupar cuando hoy veo mi correo y me encuentro con un mail donde me preguntan si puedo participar en los exámenes de grado durante la última semana de Febrero. Obviamente, respondí que NO.

Ya no sé mucho qué hacer con los límites. El sistema está superando cualquier racionalidad. Trabajo sábados y domingos. Parto la semana agotada y siento que todo lo hago a media máquina. Al final, siento que los únicos espacios de esparcimiento se están convirtiendo en salir a tomar un trago con los amigos/as. No puede ser. No me gusta que sea así. 

Es importante hacer una gran cambio aquí. 

viernes, 10 de enero de 2014

25. Incomunicados en la era de la información.

Habiendo tantas nuevas herramientas y medios para comunicarse, es evidente que la comunicación entre las personas va en retroceso. No puedo entender que una persona no conteste o devuelva una llamada perdida, especialmente si existe una necesidad, un lazo o lo que sea en común. No entiendo que alguien no responda un simple correo en el que se le pregunta algo. No entiendo que un grupo de amigos estén sentados compartiendo una mesa cada uno revisando su teléfono sin parar. No entiendo, no entiendo. 

O sea, si entiendo parcialmente, pero me niego a aceptarlo. Nuevamente apelo a la falta de empatía, de compromiso y de responsabilidad con los otros que se extiende por estos tiempos como si fuera una densa y brumosa nube hasta hacernos desaparecer. Y nos hará desaparecer ni siquiera para volcarnos sobre nosotros mismos de manera reflexiva, sino sólo para escondernos detrás de una pantalla cualquiera, desde el anonimato y el escarceo virtual, para convertirnos cada vez más e inevitablemente en entes aislados, mofletudos y con una corteza cerebral absolutamente plana, es decir, en gusanos. Babosas, para ser más exacta.  

martes, 7 de enero de 2014

24. Paradise Love: Señoras postmodernas.

Esta es una película de señoras europeas postmodernas, que buscan satisfacerse utilizando canales que tradicionalmente están asociados a lo masculino... en un contexto de explotación que obviamente trasciende al género.

Me pareció interesante desde varios ángulos. Para efectos de este blog, me centro en la sensación de que muestra un mundo que podríamos entender como "al revés": señoras utilizando a hombres jóvenes como objetos, explotándolos y también a su contexto. Puede pensarse incluso que sigue siendo machista, aunque parece querer ser lo contrario, de tan cruda en la mirada de las motivaciones y los vacíos que aquejan a las protagonistas.




23. Peripecias.

Conversando de música con uno de mis concuñados (alerta señora, saberse los nombres de los parentescos es muy propio de la etapa), terminé diciendo que no sé por qué en este último tiempo me gustaban muchos grupos que claramente son para un segmento más joven, pero él no me pescó, no me entendió. Repetí esta observación en otro contexto, cuando un vejete amigo estaba escuchando una música de vejete y él me dijo que lo mío si que era señal grave de vejez. Y me cagó. 

Me pasó también que me dieron unas ganas tremendas de bailar con todo lo que se llama cuerpo y me di cuenta de que no me da el cuerpo ni la motivación para hacerlo de la manera en que desearía. Es que estoy apanicada de bailar como señora y peor, como señora loca.

Y finalmente me pasó que me puse a intrusear en el Facebook (cosa que no hago nunca) y me encontré con una que siempre fue cuática y que resulta que de señora también lo es. Y pensé que hay cosas de las que ella hace que a mi me gustaría haber hecho cuando más joven, pero que la verdad es que no soy tan liberal ni tan cuática, ni nunca lo fui. Y llegué a la conclusión de que a fin de cuentas soy sólo una niña buena... corrijo: Una señora buena, con una gran imaginación. 


22. Propósito de Año Nuevo.

Ser más con menos. 

domingo, 5 de enero de 2014

21. el tesito de media noche.

Hace unos días estaba lateada porque me sentía un poco obligada a reunirme con la señora K. y quise inventar un chamullo para evitarlo, pero al final igual me hice cargo. Tengo que confesar que me hizo bien porque pude hablar de mis preocupaciones y pude empatizar con las problemáticas de una hija menor.

Mi hermana se casa el próximo mes y he evitado hablar con ella todo este tiempo. No sé muy bien qué es lo que me pasa, pero la cosa es que permanentemente busco excusas para no quedarme sola con ella. Estos días he sentido que las cosas no andan muy bien. Nuevamente tengo esa extraña sensación de sentirme sola pese a estar bien acompañada y, sobretodo, tiendo a evaluar que la vida que estoy viviendo, es un "deber ser" más que un "querer ser".

Me siento como pagando una suerte de castigo por querer imaginarme que las cosas pueden ser distintas o mejores. No había pensado que esto podía tener que ver con el estado de señora, hasta que hoy, conversando con mis padres, nos acordamos de la época en que yo me iba a casar. 

"Yo no me acuerdo cuando tú estabas preparando tu matrimonio, como que no pasaba nada" soltó en segundo mi mamá. Me sorprendí; me dio un poco de pena y le recordé que en esa época ya no vivía con ellos. Ahora pienso que en ese tiempo también me sentía sola. No estaba segura de si lo que estaba haciendo era algo que quería o si más bien, era lo que tenía que hacer porque tenía que dejar "mi convivencia". 

No me arrepiento de esas decisiones, pero sí me preocupa esta rara sensación de "arrepentimiento" frente a las opciones. ¿Será que ya no me siento con tiempo ni ganas para empezar de nuevo? O puede ser que justamente es el minuto de evaluar algunas cosas; por ejemplo, mi trabajo. 

Hay señoras que están barajando otras opciones de vida; a lo mejor es hora de contagiarse con nuevas posibilidades de ser. 

martes, 3 de diciembre de 2013

20. Defendiendo causas perdidas... otro post largo...

En estos días me he sentido muuuuy cansada... "como que me falta energía", le contaba a la Profe D. y ella me responde: "Tienes que ir a un gillatún". Chancho en misa, pensé en ese momento... y me detuve a escucharla. Resulta que la señora había viajado el fin de semana a Temuco invitada por una comunidad Mapuche para conocer su trabajo y resultó que de pronto se vio en una rogativa y bailando por más de 6 horas junto a unas 200 personas... Me relataba la vivencia como una especie de "trance" en la que verbalmente compartió poco, pero que, corporalmente, le significó intercambiar fluidos de diverso tipo (un mismo cuenco para los bebestibles, roces, pisadas, etc.) Y frente a esta historia, obviamente que me acordé de los temascales y otras experiencias -mediadas por alucinógenos- que me han narrado algunos amigos y amigas. Lo común: la sensación de "contacto" con sigo mismos/as, con la nada y con el todo, una posibilidad de crecimiento y, sobre todo, la toma de conciencia respecto de las barreras auto-impuestas. 

Pues bien. Cerrando un día repleto de historias de injusticias, terminé sentada en un sucucho peruano, tomando un pisco sour, escuchando rock andino de los 80' y "profundizando" en reflexiones íntimas con mi pololo. Intentando conciliar algunas de nuestras diferencias, pero fundamentalmente, tratando de aceptarnos y querernos igual, pese a lo distintos que somos o nos sentimos, emprendimos la retirada para disponernos a trabajar en nuestras tareas pendientes. Al llegar a la puerta de su casa nos encontramos con el señor de la moto... Artefacto muy ruidoso que nos despierta a horas insospechadas y que nos "revienta" porque, además del infernal ruido que emite por si misma, logra encender las alarmas de los autos que se estacionan en toda la cuadra y se transforma en un verdadero infierno... 

Nos miramos y sin decirnos nada, corrimos a "interrumpir" su partida y por fin lo enfrentamos... Voy a tratar de reproducir resumidamente la conversación: 

Yo: Hola. Disculpa que te molestemos, pero queríamos decirte que es bien penca despertarse a distintas horas con tu moto durante la semana... 
J: la verdad es que hace tiempo que queríamos hablar contigo, pedirte que tal vez pudieras ponerle un silenciador a tu moto por que emite mucho ruido (J, habla muy bien). 
Señor de la moto (muy tatuado, unos 40 y algo años, guapo y que habla de corrido): ¿sabes que esta es una Harley Davison? Para ponerle un silenciador tendría que gastar como 500 lucas y, si las tuviera, creéme que no viviría aquí. Vengo saliendo de una separación y estoy muy mal económicamente. De hecho estoy viviendo con mis padres, pero espero irme pronto. 
Yo: Mira, la verdad es que yo te pido un ejercicio de empatía... ¿sabes que cuándo sales se prenden un montón de alarmas de autos y quedan sonando por mucho rato? ¿te imaginas lo que cuesta hacer dormir un bebé y que este despierte en estas condiciones? 
J: la verdad es que podemos entender lo que nos cuentas, pero te has puesto a pensar que acá se trata de un tema de disposición y convivencia? 
Señor de la moto: Si, lo que me cuentan, ya me lo han dicho otras personas... mira, la verdad es que estas motos hay que calentarlas y yo, en general, trato de partir con lo mínimo para meter el menor ruido posible... yo trabajo de noche; tengo una discoteque e incluso a veces le pido la camioneta a mi padre o tomo un taxi para no meter ruido, pero hay veces que no puedo... 
Yo: Entiendo lo que nos cuentas, pero ¿no crees que sería más solidario pensar que el tema pasa por hacer un esfuerzo y ponerle un silenciador si quieres andar en tu moto? 
Señor de la moto: te insisto que hago lo posible por no molestar, pero no le voy a poner un silenciador.
J: entonces no hay mucho más que hablar... si nosotros nos tomamos el tiempo de conversar contigo es porque de verdad creemos que es posible encontrar alguna solución si todos ponemos de nuestra parte, es como el tema de la contaminación... 
Señor de la moto: entiendo lo que me dicen, pero es lo único que yo puedo hacer.
Yo y J: cara de pregunta... y de que no entendemos nada... ok... 

Entramos al edificio y nos miramos... Yo le dije a J. : "a lo mejor podemos organizar una completada o algo así para ayudarlo a juntar la plata..." Luego de mis palabras... nos dio ataque de risa... 

Ahora que estoy sentada frente al PC, tratando de terminar un paper no he podido dejar de pensar que esta situación ilustra mucho de las sensaciones que he tenido esta semana. Parece que estoy concentrándome demasiado en aportar a solucionar causas perdidas, pensando que con algo de esfuerzo las cosas pueden cambiar y que los insigth sucederán "casi mágicamente" a partir de compartir puntos de vista. No tengo respuestas, ni muchas interpretaciones ajenas a la falta de empatía... solo me pregunto nuevamente si sigue valiendo la pena querer que las cosas cambien... o si es mejor que se desaten las crisis... incluyendo nuestra querida Escuela de Psicología... 

jueves, 28 de noviembre de 2013

19. Fiestas de fin de año...

Un problema, asociado al post anterior, es que en estas fechas se vive una suerte de obligación respecto de pasar navidad y año nuevo con la familia. Al igual que mi amiga, quiero a familia, pero también suelo sentirme mal cuando paso alguna fiesta con ellos. No sé muy bien cómo, pero siempre termino peleando con mi madre y sintiéndome gorda, fea, vieja, etc. 

Este año, me propuse hablar con ellos y recordarles el "pastelito" del año nuevo anterior, pero hasta ahora no me atrevo hacerlo explícito. A lo más, les digo voy a ver, les cuento la próxima semana... Me siento "culpable" de abrir nuevamente un conflicto y, como al final, ya se me pasó, encuentro que es una maldad someter a esa situación nuevamente a mi madre (que en su estilo, ya me pidió perdón).

Y también está el tema de la familia del pololo, aunque en mi caso, afortunadamente todavía está la alternativa de optar por estar con ellos o no. Y también me da lata. Tal vez tiene que ver con que termino haciendo lo que se me impone desde fuera, nadie me pregunta, sólo me cobran y, siento, que lo que pago no compensa la situación (no es dinero, es un cobro emocional, por si). 

Me gustaría poder estar con mis amigos/as, hacer algo que me guste verdaderamente. Una comida a nuestra pinta, puchos, música y bebestibles ad-hoc; conversa, pucho, postre... y, si sale, bailoteo ¿Qué me detiene? Pucha la señora pa' neurótica. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

17. La posición.

Desde chica ocupé la posición de la mayor, aunque soy la menor. Y cuando (obviamente) me convertí en psicóloga, además pasé a ocupar la posición de receptora, tramitadora y resolutora de la queja familiar.

Cuando me fui de la casa de mis padres me sentí muy libre, pero a la vez muy culpable, porque una parte de mi sentía que estaba dejando un barco que se hundía. Nueve años después el barco sigue en el mismo naufragio, suena mal y se ve mal, pero no se hunde. Seis meses de terapia, taroteo, temazcal y otros han llevado a que cada vez me sienta menos psicóloga (en el sentido que me carga de la psicología y que en otro momento podré comentar), a poner un poco de distancia y límites respecto de mi vida-mi vida familiar-la vida de mi familia, no obstante, una cosa es lo que uno puede elaborar al respecto y otra cosa es con guitarra.

La cosa es que ser señora en mi caso implica entre tantas otras cosas aceptar el hecho de que se me viene la tarea de hacerme cargo, no sólo psicológicamente, de unos padres y una hermana que envejecen lento pero seguro. Ese mandato lo tuve desde muy pequeña y lo vi siempre lejano. Ahora lo veo de muy cerca y siento que se me viene encima.

Tengo una señora amiga que disfruta los fines de semana visitando a sus padres (de hecho, tiene una casa muy cerca de ellos) y ese es su mejor panorama. Mi mejor panorama rara vez conlleva estar con ellos y de hecho, suele ser un esfuerzo que hago responsablemente pero que me desgasta. No es falta de cariño, de verdad que los quiero con el alma - citando el bolero aquél - pero pucha que me cuestan. Me sacan de la vidilla colorida que me gusta llevar y me ponen de frentón en una mucho menos rimbombante realidad caracterizada por altas dosis de queja, depresión, rabia, frustración y, por qué no decirlo crudamente, enfermedad y vejez.

Yo me hago cargo de lo que me piden, pero también le hago harto el quite y siento que hago menos, mucho menos de lo que es necesario. Siento que debo estar más, ayudar más, compartir más, porque tengo una vida fácil, porque la sangre, porque soy quien soy en gran medida por ellos, y me propongo todo el tiempo una serie de proyectos que nunca llego a implementar del todo porque de verdad que me cansa, sufro, siento que no hay salida y por eso, me escapo. A veces cuando no me escapo, me pongo pesada, déspota y con eso menos ayudo.

No tengo forma positiva y concluyente de salir de este post porque estoy trabajando en ello. Por ahora lo que determiné es tramitar los encargos que me hicieron y visitarles nuevamente con más tiempo para actuar de receptora y válvula de escape a los problemas contingentes. Y el resto, veremos como viene la mano.






jueves, 21 de noviembre de 2013

16. Acerca de la polisemia.

En estos días he estado pensando en el tema de los significados. Cómo vamos construyendo o sintiendo que respondemos a la norma social a propósito de lo que espera de nosotras (como señoras). Me acordé de la profesora M. cuando decía irónicamente "como toda buena mujer" y del valor que le atribuimos al ser como si fuera una condición del hacer. 

Hablábamos hace poco de la felicidad que se acompaña de sentir que nuestras parejas son felices por si mismas, independiente de si nosotras cumplimos o no sus expectativas... si coincidimos en los procesos o si los convencemos -más o menos- de nuestra visión de las cosas o, si por otro lado, ellos nos convencen a nosotras de sus conclusiones vitales.

No he podido resolver mis propias contradicciones, pero hoy creo que fui genuina al plantear lo difícil que es aceptarse en la diferencia; especialmente cuando esto implica evidenciar que hay espacios conservadores que me acomodan y me gustan. 

De qué manera puedo justificar mi discurso feminista si en un espacios de controversia, puedo llegar a justificar que es legítimo querer votar por la Bachelet porque es mujer o, en otro sentido, que no comulgo con Postnatal porque comprendo que es otra manera de naturalizar el binomio mujer=madre. 

Un señor taxista sabio hoy me dijo: "¿sabe qué? al final yo no trato de enmendar mi errores porque no puedo... pero sí trato de pensar que es importante seguir pa' adelante con ellos porque si no dejo de ser yo poh' señorita" Y me quedé pensando que tenía mucha razón. Pero también sentí que esta idea era una paradoja. Porque parece que también podemos "ser" en contradicción a nuestras acciones. 

¿Quién dijo que era malo ser contradictoria? ¿Cómo he significado la consecuencia con tal poder que me duele sentirme inconsistente o contradictoria?... No sé si al final del día -o de la vida- pese o sume más o menos esta diferencia, pero sí siento que es importante creer que es posible querer de manera distinta o ajenas a la idea de propiedad. 

Ser señora en este contexto, puede ser una posibilidad distinta a ser "madura" o "adulta" (dos eufemismos para mi gusto). Y, por lo tanto, dejan de ser una condición a la que tenemos que responder dada nuestra acta de nacimiento o a la imagen que proyectamos en la interacción social. 

Parece que ser señora es más -y menos- de lo que hasta ahora podía sentir/ver. En concreto, se está constituyendo en un espacio polisémico que estamos empezando a recorrer. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

15. Embarazoso. Este es un post largo.

Parece que, dadas las circunstancias, hay que hablar de este tema. Tengo que hacerlo. Me cuesta, no me gusta, pero Debo Hablar - Escribir - Pensar en ello.

Yo tengo 38 años. Estoy en la parte descendiente de la curva. Fumo harto. Tengo sobrepeso. Me gusta chupar. Me gusta carretear. Me gusta la vida que llevo. Soy un desorden ambulante. No quiero hacerme cargo de otros. Estoy emprendiendo. Trabajo independiente. No quiero tener hijos Hoy.

El fraseo previo está puesto a modo de contexto y de pre-texto. Hay mucha gente a mi alrededor que piensa y espera que tenga hijos y yo porfío. Se espera, hace años, que tenga "Familia". Yo tengo familia. Provengo de una y he construido una con mi marido y eso me satisface. No necesito más por ahora. Me siento plena.

Me hice una mamografría hace un tiempo y en mi ficha médica me categorizaron de una manera que no conocía. Me nombraron "Nulípara". No me gustó. Para mi es importante el uso de las palabras y NULO es una que no está dentro de las que utilizo para describirme. En ningún caso me siento NULA, todo lo contrario. Me siento MULTI.

Mi más joven cuñada se ha embarazado (tiene 27) y me puso de golpe el tema en la cara. Sentí que una bomba me estalló de frente, literalmente: pensé de manera inmediata en mi amor, en qué impacto tendría en E. el que su pequeñita hermana guagua rusa iniciara este nuevo trayecto antes que los que obviamente - desde la mirada social compartida - debían iniciarlo (o sea, nosotros, con 8 años de casados).

Yo me sentí en primera instancia Culpable (att. post previo)... ¿De qué? De no querer quedar embarazada, de postergar lo que la "naturaleza" espera de mí, de "no darle la posibilidad a mi esposo de ser padre". Porque la decisión de tener hijos pasa por mi. Sólo por mi. Yo decido si tomo pastillas, si exijo condón, si evito los días fértiles, etc. Yo.

Para peor andaba en etapa SPM, sensible como ninguna y llorona a más no poder. Las noches siguientes a la noticia dormí mal y tuve una actividad onírica de libro. Entre los sueños que iban y venían, yo lloraba de la nada y de lo todo.

Me costaba hablar de esto con mi amorcito porque si bien tenemos la mayor de las intimidades, este es el tema que yo siento se nos presenta como una muralla infranqueable porque es lo único en lo que no estamos de acuerdo. Yo no quiero, nunca quise, y él quiso, quería... ¿querrá aún?

Al final se lo planteo y me encuentro con que para él es un tema bastante más asumido de lo que yo esperaba. Me refleja lo difícil que yo lo siento y concuerda con que no por ahora. ¿Y si en el futuro me arrepiento? ¿Y si quiero y ya no puedo? ¿Y si dejas de quererme y me culpas por no hacerlo? pregunto entre hipos, mocos y sollozos.

Me encontré de vuelta con una tranquilidad y una templanza superiores y más que suficientes para moderar mis angustias y contenerlas. Me encontré con una respuesta que acepta la situación, que me sitúa en el presente y que me permite ampliar los límites que yo misma impuse. Me encontré con un hombre que es parejo y que asume la responsabilidad sobre tener hijos o no tenerlos también como suya. Una respuesta que me hizo sentir que la mochila es compartida y que me abre la mirada a caminos alternativos. Me encontré con una respuesta que necesitaba escuchar, que me confirma que este es un amor que trasciende hechos puntuales en la vida, aunque sean Puntuales con Mayúscula.

Soy una mujer casada, de 38 años, que no tiene hijos porque no quiere. Que tiene un marido que también se lo cuestiona y que comparte la decisión. Que acepta que tenerlos es una posibilidad aunque la biología juegue en contra. Y finalmente, una mujer que puede decir que cuestionar la posibilidad de tener hijos es altamente embarazoso pero necesario y factible.









jueves, 14 de noviembre de 2013

14. De vergüenzas y culpas...

Ultimamente ando más vergonzosa que antes, no tengo ganas de exponerme y si puedo evitarlo, lo hago. Ayer miraba unas señoras hablando en una reunión de pega que parecen experimentar todo lo contrario. Veía una suerte de goce en su exposición y -me imagino- al sentirse el centro de atracción. Después me tocó hacer clases en la noche y nuevamente experimenté esa sensación de incomodidad. Dándole vueltas al tema y leyendo un post acerca de la culpa ("por mi culpa, por mi culpita") sentí que se me corrió otro velo... al final hagamos lo que hagamos, parece que nos cuesta aceptar la condición o el proceso que vivimos. Es decir, si no hablo porque me da vergüenza, me siento mal -culpable- porque no hablé y si lo hice, probablemente estaré intranquila porque, pienso, que tal vez no debería hacerlo. ¿Qué nos pasa que tendemos a sentirnos culpables por toooodo (si tengo o no tengo hijos, marido, casa, pololo, auto, bicicleta, amigos, etc.) ? Y no creo que se trate solamente de una cosa de señoras... Creo que tenemos que aceptarnos más irreverentes, como estás chicas... 


viernes, 1 de noviembre de 2013

13. Problemas de las señoras madres.

Mientras nosotras estamos entrando en la época de ser señoras, nuestras madres están entrando en la época de ser señoras mayores. Ya no me parece tan difícil entender lo que  les pasa en el cuerpo, porque sólo tengo que multiplicar lo que me pasa a mí por dos, siendo el resultado en un poco agobiante.
En el alma se hace un poco más complejo el ejercicio de la empatía. Yo no tengo hijos, no sé lo que se siente esperarlos, parirlos, criarlos, verlos crecer, caerse, equivocarse, sufrir, ser felices, progresar, retroceder... irse, enamorarse, alejarse.
Estas han sido unas semanas difíciles para mis dos señoras madres más cercanas, mi madre y mi suegra. Ambas por uno u otro motivo se han visto sometidas a una gran presión, a un cansancio y frustración del demonio, a la sensación de que no hay salida, de que hay que seguir adelante con mochila y todo, aunque no se tengan ganas y aunque nadie recompense ese esfuerzo lo necesario. Están sufriendo por que sus hijos les recuerdan sus propios errores o porque sus hijos de desvían del camino. Están sufriendo porque además ven que ya no tienen la misma energía que antes, todo se hace más cuesta arriba y no visualizan en el corto plazo un alivio. Han vivido existencias difíciles y la cosa no parece cambiar para bien.
Hoy estoy preocupada y triste por nuestras madres. Me siento culpable porque en medio de la tormenta, me espera un avión que me llevará a las más preciadas vacaciones y no puedo dejar de pensar que las que debieran abordar el avión son ellas.

martes, 29 de octubre de 2013

12. Lo primero que duele son los pies.

Hoy estaba en el cementerio de PA y me saqué los zapatos (y calcetines) porque, tras haber caminado aproximadamente una hora, me ardían los pies (tenía ampollas!!!!). Pero bueno, el cuento es que estábamos sentados M.M.P.B. conversando (yo a pie pelado) y de pronto llegó un contingente de señoras (bastante más señoras que nosotras) onda turismostyle.

Les preguntamos si habían contratado al guía por el cementerio y nos respondieron que no, que venían por el viaje de la tercera edad de SERNATUR y que ellos les ponían las actividades... Era bien almodovariana la situación, un grupo de mujeres grandes paseando por el cementerio y hablando sobre la muerte; nosotros pensando en la estrategia para pasear por las torres del Paine, hablando de el indio desconocido y el M. veía caras en los árboles!!!

Una de las señoras se acercó y, buscando que le diéramos un espacio -físico- en nuestra banca, nos empezó a meter conversa... se sentó a mi lado y de pronto me dijo: "lo primero que duele son los pies". Yo sonreí. En realidad, me salió una mueca nerviosa porque en su tono se olía algo de sentencia ¿Me estaba diciendo lo primero de qué? ¿de la vejez? ¿de caminar? No le pregunté. 

Nica que me siento entrando en la vejez... pero si me doy cuenta -una vez más- que tengo que hacer algo con mi cuerpo. Bajar unos kilitos me vendría bien... caminar más, comprarme mejores zapatos... en fin, vuelvo a tener la sensación que tengo que hacer más cosas para mí y dedicar menos horas a trabajar... ¿seré capaz de hacerlo?

lunes, 28 de octubre de 2013

11. Decir que NO.

Leí a la señora Ch. en el posteo anterior e inevitablemente me puse a pensar en mis dificultades para establecer límites en la relación con otros. Es cierto que algún avance he tenido en esta dirección, pero siempre es bueno recordar donde aprieta el zapato y no hacerse la remolona.

De lo que aprendí hasta este momento, puedo compartir que para decir que NO:

Se necesita claridad de lo que uno quiere y necesita.
Se necesita saber lo que es un límite.
Se necesita seguridad.
Hay que entender que es posible hacerlo sin perder al otro.
Se necesita de una contraparte que esté dispuesta a aceptar un no como respuesta y/o la firmeza necesaria para sostener el NO pese a la falta de empatía, sordera, insistencia u otra forma de resistencia que surja en el camino.






jueves, 24 de octubre de 2013

10. Más sobre las relaciones...

Ayer conversaba con la señora rubia que últimamente no tenemos tiempo ni para copuchar. Se acaba octubre y parece que el fin de año se acerca como una plaga bíblica difícil de contener. El tiempo se transforma en un bien muy escaso y las angustias frente a la llegada del verano comienzan a aparecer. 

En particular, me pasa que me siento "obligada" a ceder mis horas de esparcimiento para reuniones que me dan un poquito de lata. No voy a entrar en detalles, pero la sensación es que "tengo" que estar presente en algunos eventos porque si no, me empiezan a cobrar sentimientos cochinos. Y esto me hace pensar que tengo que hacer algo… 

Hay señoras que definitivamente  se van poniendo más mañosas con la edad. Probablemente también se sienten más solas y recurren a una, pensando que es casi una obligación tener que aguantarlas. Y también hay señores que se creen la crema de la torta y te joden a pesar de que uno les explica que no pasa NA-DA. Pongo como ejemplo estos dos casos, porque me he sentido un poquito acosada. 

Vuelvo a recordar la teoría de la empatía y, considerando que hay señoras y señores que deberían entender que una está ocupada (o simplemente, no quiere verlos), no dejo de sospechar que el tema también pasa por una suerte de desquite. Y como no quiero pasarme de "viga", sólo viendo la paja en el ojo ajeno, pienso que tengo que cambiar de estrategia. 

A propósito del tema de querer y aceptarse -del posteo anterior- creo que la actitud debe ir en la línea de hacerme menos la loca y ser más frontal (cálidamente firme, diría la W.). Tomando el análisis previo, pero aplicándolo a este contexto, cito: "en la medida en que me muestre más genuina, espontánea y abierta, mis relaciones debieran ser permeadas por estas mismas características y seguir su curso…". 

Voy a ponerlo en práctica. Intentaré aplicarme y hacer un giro que me cueeeesta mucho. Sobretodo porque creo que puedo ser más feliz. No quiero convertirme en una señora temerosa y amargada, que (no)actúa por pura conformidad...