jueves, 21 de noviembre de 2013

16. Acerca de la polisemia.

En estos días he estado pensando en el tema de los significados. Cómo vamos construyendo o sintiendo que respondemos a la norma social a propósito de lo que espera de nosotras (como señoras). Me acordé de la profesora M. cuando decía irónicamente "como toda buena mujer" y del valor que le atribuimos al ser como si fuera una condición del hacer. 

Hablábamos hace poco de la felicidad que se acompaña de sentir que nuestras parejas son felices por si mismas, independiente de si nosotras cumplimos o no sus expectativas... si coincidimos en los procesos o si los convencemos -más o menos- de nuestra visión de las cosas o, si por otro lado, ellos nos convencen a nosotras de sus conclusiones vitales.

No he podido resolver mis propias contradicciones, pero hoy creo que fui genuina al plantear lo difícil que es aceptarse en la diferencia; especialmente cuando esto implica evidenciar que hay espacios conservadores que me acomodan y me gustan. 

De qué manera puedo justificar mi discurso feminista si en un espacios de controversia, puedo llegar a justificar que es legítimo querer votar por la Bachelet porque es mujer o, en otro sentido, que no comulgo con Postnatal porque comprendo que es otra manera de naturalizar el binomio mujer=madre. 

Un señor taxista sabio hoy me dijo: "¿sabe qué? al final yo no trato de enmendar mi errores porque no puedo... pero sí trato de pensar que es importante seguir pa' adelante con ellos porque si no dejo de ser yo poh' señorita" Y me quedé pensando que tenía mucha razón. Pero también sentí que esta idea era una paradoja. Porque parece que también podemos "ser" en contradicción a nuestras acciones. 

¿Quién dijo que era malo ser contradictoria? ¿Cómo he significado la consecuencia con tal poder que me duele sentirme inconsistente o contradictoria?... No sé si al final del día -o de la vida- pese o sume más o menos esta diferencia, pero sí siento que es importante creer que es posible querer de manera distinta o ajenas a la idea de propiedad. 

Ser señora en este contexto, puede ser una posibilidad distinta a ser "madura" o "adulta" (dos eufemismos para mi gusto). Y, por lo tanto, dejan de ser una condición a la que tenemos que responder dada nuestra acta de nacimiento o a la imagen que proyectamos en la interacción social. 

Parece que ser señora es más -y menos- de lo que hasta ahora podía sentir/ver. En concreto, se está constituyendo en un espacio polisémico que estamos empezando a recorrer. 

2 comentarios:

  1. Bueno, los taxistas más de una vez me han regalado una frase para el bronce. Y respeto de las contradicciones... creo que son parte de la vida y del crecimiento. Ser coherente es un ejercicio relevante, pero aceptarse en contradicción lo es aún más.

    ResponderEliminar